A diferencia de lo que se pueda llegar a pensar, durante la pandemia los investigadores han continuado con su labor, tal y como permitía el Ministerio del Interior, respetando las restricciones oportunas.
Las normas del juego han cambiado
Los profesionales que han continuado con su actividad laboral durante la pandemia, que eran muchos aun teniendo en cuenta el descenso de las contrataciones, han sido los primeros en enfrentarse al nuevo paradigma del mercado.
Además de la adaptación a este nuevo entorno, algo con lo que ha tenido que lidiar como el resto de la población, en el ámbito laboral han surgido situaciones particulares que han afectado al desempeño de sus funciones, en mayor o menor medida. Entre ellos encontramos la necesidad de usar la mascarilla, obstaculizando la identificación de ciertos objetivos, así como el descenso del bullicio en las aceras, el cual formaba una parte esencial del camuflaje y la discreción.
Tras la pista del covid-19
Sin duda alguna muchos aspectos han cambiado en la vida cotidiana, al igual que lo han hecho en el mercado laboral. Se ha producido un ambiente propicio para el incremento de determinados engaños, de los cuales las empresas no han tardado en hacerse eco, siendo necesaria la figura del detective para llegar hasta ellos. Las contrataciones más demandadas, y que parecen formar parte de la nueva normalidad, abarcan los siguientes casos:
- Conflictos relacionados con el ejercicio del teletrabajo.
- Falsas enfermedades y/o patologías que impiden acudir al centro de trabajo.
- Identificación y localización de deudores.
- Bajas por enfermedad simulada.
- Insolvencias ficticias.
- Existencia de otra actividad laboral estando bajo el amparo de un ERTE o prestación por desempleo.
¿Es posible el teletrabajo para los/las detectives?
Sí, en cierta medida. Internet es una gran ventana abierta desde donde observar, algo que los/las investigadores/as saben hacer muy bien. Aunque antes de la pandemia la búsqueda de indicios y pruebas en la red ya era una práctica habitual, ahora sin duda cobra mayor protagonismo.
Los sospechosos suelen dejar un rastro digital de las actividades que realizan a diario, a veces de forma inconsciente. Con el distanciamiento social y las restricciones, las redes sociales se han convertido en un canal de comunicación, haciendo también las veces de vía de escape, en el que los usuarios se sienten cómodos, sin estar aislados. En la nueva normalidad, la investigación de perfiles en redes sociales u otras plataformas online, resulta esclarecedora para comprobar las sospechas sobre los casos para los que han sido contratadas sus funciones.
Aunque por supuesto se debe ir más allá de una investigación superficial de los perfiles sociales y el comportamiento del usuario en la red, para ello la figura del detective hace uso de la informática forense. Esta herramienta está a la orden del día, obtener y preservar datos constituye un componente intrínseco en la investigación, y se prevé que mientras dure el marco sanitario al que nos enfrentamos, estará al alza.